VINO ESPUMOSO

¡Brindemos con burbujas por el Año Nuevo!

Los vinos espumosos son la manera ideal para festejar el Año Nuevo. Una bebida reconfortante que puede maridar perfecto con los suculentos platillos de la cena

POR MARICHUY GARDUÑO/FOTOS: BERTHA HERRERA

Descorcha el burbujeante sabor de la champaña, cava o lo que es lo mismo vinos espumosos para festejar el Fin de Año y dar la bienvenida al nuevo ciclo. Una bebida que está presente en las grandes celebraciones de México y el mundo.

Los sommeliers coinciden en que los espumosos en general son un tipo de vino que maridan muy bien con todo tipo de alimentos, ya que son excelentes acompañantes para una comida o cena completa.

Una buena recomendación para la cena es el Prosecco Extra Dry, ya que potencializa la frutalidad del vino, haciendo evidente la acidez del mismo, reduciendo la sensación dulce de este plato.

La champaña, como el Jacquart Brut Mosaique, combina perfecta con los romeritos, pues posee la cantidad exacta de burbujas que se desprenden en la boca y reduce la sensación de picante. Además, crea al mismo tiempo un efecto de frescura reduciendo la grasa que puede sentirse en el paladar propia de este plato de temporada.

En cuanto a los espumosos españoles conocidos como Cavas son compañeros perfectos de los turrones, los frutos secos, los nueces y peladillas, ya que reducen la sensación de dulce en la boca, al mismo tiempo humectan este tipo de elementos que suelen ser secos por naturaleza.

Una exquisita opción es brindar con Los Cava Roger Goulart, ya que el sabor se distingue por su método champenoise de gran calidad y elegancia

Es una de las bodegas más antiguas de Barcelona, desde 1882 las familias Golart y Canals elaboraban vino para su propio consumo hasta convertirse en una bodega reconocida mundialmente. En México, ya se pueden degustar el Cava Roger Goulart Gran Reserva y el Roger Goulart Gran reserva Rosé, las cuales son elaboradas con las mejores uvas.

HISTORIA DEL AÑO NUEVO

Esta celebración se remonta a tiempos antiguos, desde hace 4 mil años, aproximadamente. Los babilonios fueron los primeros en convertir el Año Nuevo en un ciclo festivo que duraba 11 días y el cual se celebraba al comienzo de la primavera.

Los registros históricos mencionan que fue el emperador Julio César el que cambió la fecha de la celebración al primero de enero, primer día del mes dedicado al Dios Jano. Esto fue confirmado en las adaptaciones que hizo el Papa Gregorio XIII, y es el calendario que rige en la actualidad.

La Comisión Nacional para los Pueblos Indígenas, en su libro Fiestas Indígenas, menciona que muchas de las sociedades agrícolas que desarrollaron la astronomía, elaboraron calendarios para medir los días, los meses y los años. Algunos, en función del año lunar, otros – la mayoría – con base al año solar. Si bien el número de días que conforman el año no cambia- 260 para el lunar y 365 para el solar -, no hay reglas fijas para definir el número de meses y sus días respectivos, como tampoco lo hay para establecer el inicio y fin de año.

“Para muchos mestizos y en las ciudades principalmente, el Año nuevo consiste en una cena a la media noche, donde se reparten 12 uvas a cada comensal. Cada uva representa un mes del año y debe tomarse cuando suena cada campanada del reloj a las 12 de la noche, al mismo tiempo uno va pidiendo un deseo por cada uva. También algunos acostumbran estrenar alguna prenda de vestir, simbolizando con ello una idea de renovación de los propósitos de vida”, se puntualiza en el texto.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *