El Bajío, medio siglo ofreciendo sabor a México
Uno de los restaurantes ícono de la cocina mexicana es, sin lugar a dudas, El Bajío. Un sitio que llega a sus 50 años y para celebrarlo se arma una gran fiesta con grandes personalidades del medio
POR MARICHUY GARDUÑO/ FOTOS: BERTHA HERRA Y SERGIO MENDOZA
Entre risas, alegría, buena comida y excelente bebida se llevó a cabo el gran festejo por los 50 años de existencia del restaurante El Bajío, un sitio que para muchos amantes del buen comer es el santuario de la gastronomía mexicana.
De esta manera, El Bajío, ubicado en Avenida Cuitláhuac, colonia Azcapotzalco fue el punto de encuentro de familia, amigos, clientes y grandes personalidades del medio gastronómico para festejar a todo lo alto el aniversario de este sitio culinario que ha hecho vibrar las papilas gustativas de varias generaciones de mexicanos.
Fue en 1972 cuando se comenzó a forjar la historia culinaria de El Bajío, restaurante fundado por Raúl Ramírez Degollado y Alfonso Hurtado Morellón. Este nombre proviene de las raíces y el lugar de infancia de estos dos visionarios, quienes por un lado deseaban mantener cerca —de alguna manera— a sus familias y la región que los vio crecer, el Bajío, y por el otro, el tipo de alimentos que querían ofrecer, carnitas estilo Michoacán, chicharrón y barbacoa.
Sin embargo, la vida daría un vuelco y la enfermedad de Raúl Ramírez Degollado llevó a la disolución, en buenos términos, de la sociedad con Hurtado Morellón trajó la incorporación cada vez más recurrente de su esposa, Carmen “Titita” Ramírez Degollado.
El destino tenía planeado otras circunstancias y tristemente Raúl Ramírez falleció, dejando a cargo del negocio familiar a Titita, una mujer valiente, tenaz y audaz, quien con los años hizo crecer el negocio a niveles de éxito insospechados.
UNA MUJER EJEMPLAR
“Tenía 37 años y cinco hijos cuando me hice cargo de El Bajío. La tradición de la familia marcó mi elección y vocación. Abrí los secretos culinarios que había heredado de mi bello Veracruz y tuve la suerte de contar con el apoyo de mi nana Amparo”, relata Titita.
El mole de olla, que se hacía en Xalapa con espinazo de puerco, mucho epazote y chile guajillo; gorditas rellenas de frijol con hoja de aguacate; garnachas orizabeñas hechas con mucho cariño; tamales rancheros, de masa batida en la lumbre; y tamales de frijol, con hoja de aguacate llamados etlameño, entre otros, conformaron la carta del restaurante que años más tarde marcaría un suceso en el mundo restaurantero de nuestro país.
Ahora, la matriz del restaurante El Bajío sigue ubicado en Azcapotzalco y siempre ha contado entre sus comensales frecuentes a numerosos artistas, escritores, filósofos, pensadores de corazón y sabios del arte culinario.
“Esta fascinante aventura culinaria me ha dado el orgullo y satisfacción de poder educar a mis cinco hijos y prepararlos para la vida”, puntualiza la gran Titita.