Porque Iguala puede ser una experiencia inIGUALAble
Hay dos razones que motivan la visita a esta ciudad ubicada en el norte del estado de Guerrero en México: una es su rica gastronomía y la otra su historia.
TEXTO Y FOTOS: BERTHA HERRERA/SERGIO MENDOZA
Iguala es un lugar rodeado de montañas y vegetación en el que se cultiva el maíz, por lo que se pueden degustar varios platillos típicos como el pozole, los tlaxcales, los cuales son tortillas martajadas de maíz; los tamales de nejo, hechos con masa de maíz que se ha cocido con la ceniza, los tamales de elote, a los que se les pone crema, queso y salsa.
También se come el cerdo en salsa de tamarindo, en salsa de ciruela y en mole verde; la cochinita que se cocina con ciruela, muy diferente a la que se prepara en Yucatán.
JUEVES POZOLERO
El pozole es un plato tradicional con sabor a patria; se hace con maíz cacahuazintle, una mazorca más grande que la común, la cual se pone a hervir con cal, aproximadamente dos horas y media. Después se le agrega la carne de cerdo o de pollo; en algunos lugares de Guerrero también se le pone mariscos y se acompaña con chicharrón, aguacate, cebolla, limón y orégano.
El pozole puede ser blanco, verde o rojo, como los colores de la bandera mexicana. En Guerrero se acostumbra el verde hecho con la semilla de la calabaza molida.
El jueves es un día en el que se come pozole, tradición que empezó en Chilapa, Guerrero, y que en los años ochenta se puso de moda en Chilpancingo, la capital del estado, donde se hizo un platillo muy solicitado.
En Iguala, la tradición empezó en los noventas; aquí las señoras abren los portales de sus casas para vender pozole solo los jueves.
Ahora ya hay restaurantes donde este se puede degustar durante los fines de semana, como Finca Linaloe, el cual abrió hace 8 años. Aquí se come un exquisito pozole: puede ser blanco, verde o el elopozole que es un caldo rojo con elote, carne de res y maíz cacahuazintle.
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También se pueden comer deliciosas botanas, como las chalupitas de Chilapa, lengua, patas de cerdo y tacos ahogados, para acompañar al platillo principal que es el pozole.
Para Francisco Román, propietario del lugar, el secreto de un buen pozole es cocer el maíz con cal y cocer la carne aparte para que el caldo no se contamine con las impurezas del cerdo.
El acompañamiento ideal es el mezcal, el cual tiene que arropar el pozole, servir de sábana y de cobija para que caiga bien al estómago como diría Luis Eduardo Ros, director de Turismo de Iguala.
También se puede beber el chilate, que es una bebida que se prepara con agua, cacao, arroz, canela y azúcar.
Otra bebida es el agua de tamarindo, ya que Iguala es una ciudad tamarindera por excelencia. Cuenta la leyenda que si a una señorita le gustaba un forastero, lo invitaba al zócalo y caminaban alrededor de la plaza bajo los árboles de tamarindos. Para amortiguar el calor, la muchacha le ofrecía a su acompañante un agua de tamarindo para calmar la sed, y lo invitaba a sentarse en la banca tamarindera. Después se casaban y vivían en Iguala para siempre.
IGUALA DE LA INDEPENCIA, UN SITIO CON HISTORIA
Esta ciudad también tiene un lugar importante en la historia, ya que fue aquí donde se firmó el Acta de independencia, en la que se reconoce a México como país autónomo de España.
También es cuna de la bandera nacional; hay un museo en el que se puede ver la historia del estandarte mexicano en diferentes épocas.
Y no sólo eso: también aquí se instaló la primera estación ferrocarrilera, el primer medio de transporte que conectaba a Guerrero con el resto del país.
Por muchas razones, Iguala es un destino que hay que conocer para disfrutar de su gastronomía y entender la historia de México.