Un postre en Singapur que es historia de éxito
El postre putu piring es un ejemplo basado en la serie Street Food Asia de Netflix que muestra que lo tradicional no esta peleado con la innovación tecnológica
POR RODRIGO LLANES/FOTOS TOMADAS DE LA SERIDE DE NETFLIX
Singapur es un país nuevo. Su fundación se remonta apenas a la segunda mitad del siglo XX. Hoy en día es una nación próspera en la que conviven distintos grupos culturales en armonía. La ciudad de este enorme puerto tiene sus barrios chino, indio y malayo y conviven con otra pequeña comunidad de personas de origen diverso. El idioma oficial es el inglés. Y aunque cada grupo conserva su lengua para si, todos hablan inglés.
¿Cuál es la razón de ser de Singapur?. Esta isla del sureste asiático está ubicada en una zona estratégica. Por ello es uno de los mayores puertos del mundo. En él se intercambian millones de mercancías en el complejo de la globalización. Es una ciudad que ha apostado a la innovación tecnológica para desarrollar su economía. Los impuestos a la electrónica son los más bajos de todo el mundo y comprar ahí computadoras o teléfonos inteligentes es una ganga.
Durante el proceso de construcción del puerto llegaron migrantes de distintas partes de Asia. Cada uno de ellos llevó su propio bagaje cultural y gastronómico. Unos y otros se alimentaron mutuamente y los oficios gastronómicos dieron oportunidades de trabajo a muchas personas que acababan de llegar al país en los años 40, 50 y 60.
El plan de urbanización determinó espacios específicos para ejercer el comercio de alimentos: grandes pabellones con sus puestos bien instalados. Las largas jornadas de trabajo impedían que muchos trabajadores tuvieran tiempo para comprar sus alimentos y cocinarlos. Por ello los pabellones de comida fueron tan exitosos: atendían a una gran población. Con la sofisticación económica y sus nuevos puestos de trabajo, principalmente en el sector financiero, los pabellones de alimentos subsistieron y compartieron su gran mercado con los restaurantes. Singapur es hoy por hoy capital del buen comer y alberga una amplia propuesta de gastronomías de todo el mundo. Sus habitantes se sienten identificados unos con otros en el gusto por la comida de sus grupos culturales que ya pertenecen a todos.
La mayoría de los negocios de comida son empresas familiares comenzadas por los abuelos. Quienes mantuvieron una economía de sobrevivencia y relativa prosperidad hace más de medio siglo. Hoy en día la mayoría de los puestos de comida son atendidos por gente mayor. Pero el crecimiento económico del país empuja a estos negocios pequeños a adaptarse para sobrevivir a la competencia y a la expansión de la demanda. Sin embargo no todos esos pequeños negocios están dispuestos a transformarse para mantenerse con vida. Muchos de ellos morirán con el último suspiro de sus dueños.
Las recetas tradicionales llevan años realizándose de la misma manera y son pocas las pequeñas empresas que logran dar el salto tecnológico.
El caso del putu piring es emblemático por ello. Se trata de un postre de origen malayo. Este grupo cultural practica la religión musulmana y de hecho es el grupo islámico más grande de todo el mundo. En Singapur también son el grupo mayoritario.
El putu piring es un postre elaborado con harina de arroz, miel de palmera, coco rallado y hojas de Padang. El proceso tradicional puede ser largo y tedioso. Pero el resultado es delicioso. Sin embargo las nuevas generaciones no lo conocen, pues son pocos los locales que lo venden.
En la familia de Aisha Hashim se elabora desde hace mucho tiempo. Lo comenzó a preparar la abuela, que lo vendía en una canasta caminando por las calles del puerto en construcción. Los padres de Aisha montaron el primer local y vivieron el proceso de auge y apogeo. La pequeña empresa familiar le permitió viajar a Estados Unidos a aprender repostería. Su sueño era ser una chef pastelera.
Sin embargo después de su partida a estudiar el negocio tuvo problemas de operación y financieros. El negocio era muy demandante y no tenían excedentes para ahorrar. Aisha tuvo que regresar y ayudar al negocio familiar.
Ella vivió con frustración su circunstancia. Y a pesar de ello encontró el amor. Su novio le hizo darse cuenta que sus sueños no estaban rotos, sino que eran parte de su situación, y que gracias a su formación ahora podía ayudar a preservar una receta tradicional para las futuras generaciones. Ella experimentó una apertura en su mente. Y junto a su esposo (pues se casaron) innovaron en los procesos de elaboración del Putu piring. Los resultados son sorprendentes: gracias al uso de un molino eficiente redujeron la molienda de la harina de 10 a solo 2 horas. Usaron también un molino para el piloncillo y para el coco. Sus padres aún trabajan en el negocio familiar en la selección de los ingredientes. Y de un local en crisis, ahora tienen 4 tiendas y están por abrir una 5ª.
En este caso es importante reflexionar en las siguientes preguntas:
- ¿Qué ahorros les permitió el uso de molinos mecánicos?
- ¿Cómo les ayudó abrir un centro de producción al crecimiento del negocio?
- ¿Cambiaron la receta tradicional o la conservaron?
- ¿Tiene futuro el negocio?
- ¿Piensan en ese futuro?
- ¿Crees que el emprendimiento del Putu piring refleja a Singapur?
- ¿Crees que la tecnología tiene un alto costo?
- ¿Qué debió transformar ¿? Para aceptar el uso de la tecnología?
- ¿Qué convenció a sus padres de usarla?
- ¿Crees que en México la tecnología puede ayudar a los negocios tradicionales?
- ¿El uso de la tecnología puede ser decisivo en tu emprendimiento?
- ¿Tienes un producto, servicio o receta tradicional que pueda transformarse a través de la tecnología?