Película Amor A La Carta

“Amor a la carta”, una película que cautiva

Una historia que muestra que a través de la comida se transmiten emociones, un relato en el que se encuentran dos personajes y se enamoran sin conocerse

POR RODRIGO LLANES/FOTOS CORTESÍA

Amor a la carta

La cocina es maravillosa. Está llena de fenómenos sorprendentes que nos cautivan: el inflar de la pasta hojaldrada en el horno, cuando flameamos una carne en la sartén, el desmoldar un pastel volteado de piña o los mejillones abriendo en la marmita del caldo y todas esas técnicas que se explotan en los programas de televisión, como cuando vemos a José Luis Castillo temperando el chocolate en el mármol con movimientos amplios de su espátula.

Pero la cocina tiene también otra expresión que es silenciosa y sutil, en la que las emociones van sazonando misteriosamente los guisos que llegan hasta la boca del comensal para conmover todo su ser. Y de esta manera la cocina acompaña a sus artífices en los procesos de vida definitivos, cuando se toman las decisiones entre el amor y el desamor, como en la película “Amor a la carta.”

Eso es lo que le sucede a Ila, un ama de casa hindú que todos los días se afana por conseguir la atención y el gesto amoroso de su marido cretino, al que le cocina manjares llenos de cariño, pasión y entrega total. Pero sin recibir ninguna respuesta.

Ante esta situación tan injusta, la voluntad superior del Universo decide jugar a los dados y ocasiona un error que cambiará la vida de dos personas.

Resulta que en la ciudad de Mumbai, India, existe un eficiente sistema de reparto de alimentos llamado dabbawalas. Como la cocina hindú está llena de especialidades que deben de ser cocinadas con esmero y cuidado por las amas de casa, estas preparan la comida de sus maridos y la envían en un portaviandas que llega a tiempo y calientita a la oficina, con una especie de cartero especializado en recoger y entregar comidas.

Película Amor a la cartaLos hombres solitarios recurren a restaurantes o cocinas económicas que ofrecen el servicio, como Saajan, un oficinista a punto de retirarse quien enviudó años atrás. Y en una de esas extrañas sincronías de la vida la comida destinada al marido cretino le llega a él. Quien comienza a sentirse afectado por la buena sazón de los platillos. Al paso de los días y de los menús, se da cuenta que esa deliciosa comida no es la preparada en la cocina de su barrio. Y decide enviar una nota a la cocinera agradeciendo las viandas y solicitándole un poco de menos chile en ellas. Pues en un acto desesperado en el que ella no consigue ni el más pequeño gesto amoroso de su marido decide vengarse con el chile asesino en su siguiente comida. Y se apena al saber que la flecha ha herido la lengua de otro y no la de su burdo acompañante.

Se inicia así un intercambio epistolar y culinario que madura lentamente hasta poner contra la pared a sus protagonistas y colocarlos en la disyuntiva de buscar al otro y abrir la oportunidad a la felicidad, o continuar en la rutina y la insatisfacción.

Esas decisiones siempre son las más difíciles. Pues la felicidad conlleva riesgos siempre. Implica sentir el peligro de la duda, de saber si estamos haciendo bien, siguiendo el camino indicado, si nuestra actitud es la correcta y la acción la precisa.

Para hacer felices a otros a través de la comida que preparamos es necesario sazonarlo todo con esta emoción que te hace sudar las manos cuando el platillo va a la mesa y no sabes que va a pensar y sentir el comensal. Pues dudas si la magia ocurrirá, y si el que come tu comida va a crear esa intimidad necesaria contigo para la satisfacción o tu sazón le pasará desapercibida.

Por la otra parte, como comensales quizás tenemos hambre del cuidado, esmero y cariño que se pueden lograr a través de los alimentos preparados. Y es una grata sorpresa cuando la casualidad nos lleva a contactar con esa persona que pone su empeño en darse por completo en el acto de cocinar.

¿Les parece si intentamos ser felices y nos emocionamos con esta maravillosa película y un menú inspirado en la culinaria de la India?.

Chef e historiador Rodrigo Llanes

Rodrigo Llanes es chef e historiador. Actualmente dirige la Escuela de Oficios Gastronómicos del Goloso Mestizo y de la incubadora de empresas gastronómicas Cooking Impact en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

Es autor de varios libros y articulista en varios medios digitales e impresos. En 2017 creó el proyecto Los 300 platos de Moctezuma, en el que junto a un colectivo de chefs, diseñadores e investigadores rescataron la forma ancestral de comer del emperador azteca.

 

 

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